Soy una cuentista...

...es decir, me encantan los cuentos, los que hablan de brujas, de amor, del instituto, de la calle, de viajes, de la prehistoria, de platillos volantes..., vamos, todos los cuentos, y por eso he pensado que lo mejor es hacer un concurso de cuentos en la clase.

El concurso va a durar todo el trimestre y vamos a ir poco a poco, y todo va a estar en esta página, y al final, también estarán los cuentos ganadores.

Las bases del concurso las veremos más adelante, cuando vayamos a escribir nuestros cuentos. Primero tenemos que saber cómo hacerlo.

Mucha suerte.


Isabel



Unos consejitos


Ya sabemos lo que es un cuento, cuales son sus elementos, y ya casi estamos listos para escribir porque tenemos imaginación y ganas a raudales, pero antes vamos a leer los consejos y ejemplos de destacados autores, que con su experiencia nos ayudarán a que nuestro relato sea un poco mejor.

Dice Marina Mayoral que " la novela es como un veneno lento y el cuento, como un navajazo".
He aquí la primera característica de un relato corto: debe dar una visión concisa, profunda, e intensa de la realidad.
Horacio Quiroga, autor de excelentes cuentos, aconseja: "No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado las tres primeras palabras tienen casi la misma importancia que las tres últimas".
En el relato, todos los elementos deben estar interrelacionados de principio a fin para que consigan su objetivo: atraer la atención del lector.
En este tipo de relato, es importante planificar y seleccionar todos los elementos narrativos (historia, personajes, situaciones, tiempo...) para obtener el máximo rendimiento narrativo, renunciando a todo lo accesorio. Así, para describir el aspecto, el comportamiento o la actuación de los personajes es conveniente seleccionar rasgos significativos, que sugieran, que transmitan al lector incluso lo que no se dice.
Recurramos a un ejemplo de Manuel Rivas: "María da Visitaçao había llegado hacía poco de una isla del Atlántico africano. Sin papeles. Como quien dice, se la habían vendido a Manila" (El lápiz del carpintero).
No es necesario que el autor dé más detalles sobre el país de origen y la raza del personaje, ni acerca del ambiente en el que se ve obligada a vivir la mujer. Tampoco tiene que insistir el escritor sobre su desamparo. Se sugiere mucho más de lo que se dice.
Una vez planificados los elementos del relato, pasemos a estructurarlo. Lo mejor es seguir la estructura clásica (planteamiento, nudo y desenlace) No olvidemos que un elemento fundamental de la narración es la coherencia entre todos los elementos del relato para que la historia resulte verosímil, si es verosimilitud lo que buscamos. Un adolescente no puede pensar ni actuar como un adulto por muy maduro que sea, salvo que haya algo en la narración que lo justifique.
El inicio de un relato, su planteamiento, es fundamental para captar al lector.
Veamos como comienza el cuento "Muerte constante más allá del amor" de Gabriel García Márquez: "Al senador Onésimo Sánchez le faltaban seis meses y once días para morirse cuando encontró al amor de su vida".
Con una sola frase el lector queda "enganchado" al relato. ¿A quién no le apetece seguir leyendo para conocer esa historia de amor que trunca la muerte? Ni siquiera importa que conozcamos lo que parece ser el desenlace, el autor ha creado expectativas con su comienzo, ha provocado preguntas a las que el lector quiere encontrar respuestas.
A continuación, hay que plantear el nudo, el conflicto: los personajes enfrentados a una situación que remueva o transforme su mundo: despertar convertido en un insecto, como Samsa en "La Metamorfosis" de Kafka, o algo más normal como un viaje, la muerte o la enfermedad, nuevos estudios, otro trabajo, el descubrimiento de una afición, un día más en la rutina diaria...
El final, el desenlace, supone la transformación del personaje. Es posible que en un relato breve sólo se pueda atisbar algún cambio, pero debe quedar claro que el personaje y su mundo no son los mismos que al principio. En ocasiones, el escritor juega con cierta ambigüedad y deja el final abierto, de manera que sea el lector quien imagine lo que sucede con los personajes.
En el cuento ya citado, García Márquez nos anuncia el desenlace desde el principio del relato, que acaba así: "Seis meses y once días después había de morir en esa misma posición, pervertido y repudiado por el escándalo público de Laura Farina, y llorando de la rabia de morirse sin ella". Aun conociendo el principio y el final del relato, el deseo de leerlo y saber más no cesa. Maestría narrativa.